Una caleidoscópio de salares, colinas, desiertos, cientos de volcanes, montañas multicolores y altiplano. El paisaje de los Andes cambia a medida que avanza. Aparte de las maravillas geológicas, el mundo andino contiene la historia de América del Sur.
Esta polvorienta y soleada región ha conservado evidencia de vida que se remonta a 10,000 años, desde las primeras tribus de cazadores-recolectores, las comunidades preincaicas, la cultura Inca, los colonizadores españoles, hasta la lucha por la independencia en el siglo XIX.
Detrás y adelante siempre con extrañas montañas, en medio de volcanes y salares, algunos pastores con un pequeño rebaño de vicuñas, pasos de montaña de 5.000 metros de altitud, valles polvorientos y habitantes tímidos. En estas tierras aisladas, compartidas por Argentina, Bolivia y Chile, te imaginarás adentrarte en un paisaje de Marte ... Sin duda es una sensación extraordinaria.
Los caminos de los Andes incitan a la curiosidad y al asombro. ¿Qué tan lejos conducen? ¿Dónde se pierden las gargantas? ¿Desde cuándo llevan y traen? El mundo andino es una realidad extraordinaria, muchos de sus caminos no son fáciles de ver, pero existen, creados por el ir y venir de sus habitantes a lo largo de los siglos.
Este magnífico patrimonio cultural, creado pieza a pieza a lo largo de los siglos, es el valioso tesoro que anónimos habitantes originarios dejaron grabado en la memoria popular para ser transmitido de boca en boca del pasado al futuro.
Uno de los principales atractivos de la región andina es observar cómo su particular estilo de vida funciona junto con su identidad intacta. Aquí y allá se encuentran pueblos y sitios olvidados a lo largo de los valles, muchos de ellos con iglesias antiguas bien conservadas y casas de adobe (barro).
Aunque en nuestra primera visita a este destino quedamos abrumados por los increíblemente hermosos paisajes, pronto descubrimos que estas montañas del mundo andino son un paraíso para la observación de animales salvajes únicos e impresionantes.
Este
Road trip se inicia en desde la emblemática Quebrada de Humahuaca, en
Argentina, hasta llegar al Desierto de Atacama, en Chile a través de una región
geográfica diversa y espectacular.
En el camino, asciende la Cuesta del Lipan hacia el desierto de altura de La Puna, cruza Salina Grande y continúa subiendo a través un entorno agreste de colinas áridas y volcanes hasta alcanzar los 4.800 metros sobre el nivel del mar. A partir de este hito, se desciende hacia el Desierto de Atacama para culminar en San Pedro de Atacama
En todo el recorrido tendrás una variedad de sensaciones y emociones cambiantes a medida que va cambiando el entorno, desde la admiración y el asombro hasta la reflexión y la conexión con la cultura y la historia de la región.
En el corazón de la Quebrada de Humahuaca, el cerro conocido como “de los Siete Colores”, una obra maestra geológica, entreteje vetas de color con el efecto de un arcoíris en la montaña, debido a la acumulación de sedimentos de mares, lagos y ríos durante cientos de millones de años, ubicado en las afueras del pueblo de Purmamarca.
Purmamarca, el pueblo de las tierras vírgenes en lengua Aimara, es una pequeña población de 500 habitantes, con construcciones de adobe y techos de cardón con tortas de barro, fue trazado en torno a la iglesia principal de 1648. Sus calles de tierra y en subida, su plaza-mercado y sus rincones son una delicia de sabores, arquitectura típica, tejidos y artesanías.
Por detrás de este conjunto, zigzaguea un sendero con asombrosas formaciones que son resultado de millones de años de acumulación de sedimentos que impactan por su rusticidad. Mientras se camina por aquí solo es necesario estar atento para no perderse detalles de las capas que conforman las rocas y los intensos matices de las diversas tonalidades de rojo de cada una de ellas.
Desde aquí subirá la ruta hacia la alta Cordillera, por el sinuoso y espectacular camino de la “Cuesta del Lipan”, un antiguo camino de mulas que bajaban de la Puna a la Quebrada de Humahuaca. En pocos km de camino zigzagueante con curvas y contracurvas, se ascienden 2000 mts desde el pueblo, alcanzando los 4200 m de altitud sobre el nivel del mar en Abra del Potrerillo. A medida que se asciende, el paisaje, se vuelve árido y vacío y se va tornando cada vez más sombrío. De pronto el interminable y brumoso blanco de una vasta sartén de sal natural cubre el horizonte y desdibuja la línea que divide el cielo y la tierra. Se trata de la “Salina Grande”, resto de un lago prehistórico.
Entramos a la salina, el suelo está cubierto por una red irregular de hexágonos. Una persona de la comunidad Kolla nos cuenta qué estamos pisando suelo sagrado y nos muestra cómo se extrae la sal desde hace generaciones.
El paisaje es realmente hermoso. A todo lo largo de esta vasta extensión de costra blanca, apenas encontraremos con poco más que un par de artesanos que venden adornos de llama tallados en sal.
Después de eso, a través de colinas áridas, mientras estas concentrado en las amplias vistas de la Cordillera de los Andes, en medio de ésta nada casi completa, te sorprenderán algunos ranchos remotos y asilados con paredes de sal y techos de paja y un pueblito perdido con una antigua y deliciosa capilla del siglo XVI de paredes de adobe y vigas de madera de cardón.
Esta es una región minera, mientras paramos a hacer un picnic en el patio de la capilla, hablamos con la familia del sacristán quienes nos cuentan su experiencia con las minas de litio de la zona.
Luego, a través de colinas redondeadas y yermas, así como imponentes volcanes cubiertos de hielo, cruzaremos la frontera hacia Chile.
En ese lugar, en el altiplano andino, volvemos a tocar el cielo y alcanzamos el punto más alto del viaje de hoy a 4.800 m sobre el nivel del mar. Aquí uno olvida la noción del tiempo, está el silencio y la tranquilidad de saber que se está en una tierra alta, alejada de todo.
Sin embargo, la experiencia no es vertiginosa sino impresionante. Finalmente, ya en la “Ruta del Desierto” chilena, atravesamos un tramo de descenso continuo, recto, sin contornos y nos adentramos en el desierto más extremo del mundo. La pura crudeza del desierto de Atacama en el norte de Chile es de una belleza imponente. El desierto de Atacama, algunos de cuyos sectores nunca han visto una gota de lluvia desde que se llevan registros, hace alarde de un increíble paisaje de gargantas ásperas y profundas y también colinas cubiertas de rocas entrelazadas por un enorme y llamativo salar, bordeado por imponentes volcanes. En uno de sus bordes, una fuente de agua subterránea crea un verdadero oasis en el desierto, donde hace milenios se establecieron los primeros habitantes de la zona. Actualmente es el atractivo pueblo de San Pedro de Atacama, es un lugar con un encanto único y a la vez un silencioso testigo del paso del tiempo y uno de los recursos históricos más relevantes de Sudamérica.
A pocos km. de San Pedro de Atacama, te maravillaran las formaciones únicas de piedra y arena, un lugar peculiar y sobrenatural, rodeado de 360 grados de olas de rocas rojas esculpidas por el viento, llamado acertadamente el “Valle de la Luna”.
Descubrirás lagos y salinas aislados a gran altura donde no suele haber casi gente y donde las puestas del sol y amaneceres del desierto son increíbles.
Además podrás contemplar el amanecer en un paisaje deslumbrante a gran altura, con imponentes fumarolas bajo un cielo azul helado, cuando la luz del sol asoma entre las montañas en el campo geotérmico de El Tatio.
Todo el recorrido es una experiencia inolvidable.